De regreso en el D.F., después de una breve visita por el estado de Chiapas, ha sido impresionante la cantidad de noticias y problemas de los que te enteras desde la primera semana en la capital, la situación en Haití, la agresión a Salvador Cabañas, la horrible campaña de discriminación en torno a la aprobación de las bodas gay en el DF, la abominable coalición PAN-PRD, el ya innegable cambio climático, son las malas noticias, el estreno de los recién remodelados laboratorios de orgánica y la posible sanción que el criminal y corrupto profesor Nicolás Cañedo podría recibir podrían ser algunas noticias favorables, sin olvidar la crisis económica y la inoperancia del gobierno, que ya no son noticia, eso es lo que nos toca a nosotros, pero hemos olvidado algo, algo que duele cuando estás ahí, que te pega, que tus ojos no pueden contener una lagrima de dolor al ver la realidad en que viven muchos mexicanos, ciudadanos con los mismos derechos que tu y yo, pero que por su nacimiento nunca conocerán. El pueblo indígena de México ha sufrido durante casi 500 años de injusticias, discriminación y abandono por parte de la sociedad mexicana, esto se puede ver con una mayor claridad en Chiapas, más concretamente en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, cuando en aquel lejano primero de enero de 1994 el EZLN se levanto en armas, en defensa de los derechos de los pueblos indígenas, de una justicia que aun no les llega, muchos mexicanos de la izquierda mexicana apoyaron la causa, aun durante las caravanas zapatistas (mas recientemente), se hablo de escucharlos, se hablo de dignidad, se hablo de un apoyo de parte de la sociedad mexicana a esa causa. San Cristóbal, desde el principio se convirtió en un baluarte de la causa zapatista y miles de mexicanos y extranjeros llegan todos los años para enterarse y “apoyar” la igualdad y los derechos indígenas. Pues desde mi punto de vista nada esta mas lejos de la realidad, la ciudad de San Cristóbal se ha convertido en un antro cosmopolita digno de ciudades como Nueva York, donde no se puede hablar con nadie en el antro si no hablas un ingles medio entendible cuando estas medio ebrio, en los bares que llevan nombres tan emblemáticos como: “habana bar, the Zapata’s moustache, el bar Revolución, entre otros, donde muchachos norteamericanos y europeos beben whiskey, tequila, budweiser, Heineken, ataviados con sus camisas de marca, no puedes dejar de notar lo “sui generis” de la situación de los revolucionarios socialistas de primer mundo. Mientras tanto afuera a una temperatura de dos grados centígrados, un niño indígena de cinco años se ofrece a cargar tu maleta a cambio de una moneda, sin zapatos, sin abrigo, con la piel agrietada por el frio, te da pena el solo pensar que tú tienes frio, las mujeres indígenas rogándote que les compres sus artesanías a precios de risa (si eres “inteligente” una camisa de algodón bordada con detalles finamente logrados puede bajar de 200 a 60 pesos, con el solo hecho de dejar que te rueguen), los encargados de los bares sacan a los indígenas a patadas de estos negocios que están adornados con posters del subcomandante Marcos, el EZLN, Fidel y el Che. Duele, mas aun si te das cuenta que existen indígenas en peor situación en las sierras de los altos de Chiapas, la comercialización del EZLN da asco, el problema indígena sigue ahí, los extranjeros no saben nada, ni se dan cuenta de nada, los mexicanos aun cerramos los ojos al verlos tirados en una calle con la mano extendida, no es justo, cuando por su genética y su cultura son personas con una dignidad inherente más grande que la del pinche gringo borracho e ignorante al que le ofrecemos hasta el culo, hemos olvidado de que se trata el movimiento zapatista e indígena, los hemos olvidado por nuestros “problemas”, entérense, estos mexicanos viven con mucho menos que un dólar al día, en peores condiciones que en Haití o África, sufren hostigamiento por parte del ejército mexicano y los supuestos mexicanos superiores que vivimos en las grandes ciudades. Debemos cambiar esto, porque son nuestros hermanos y deben salir adelante, no con limosnas sino con las mismas oportunidades y derechos que todos tenemos. La causa indígena sigue vigente, no los olvidemos, ni sigamos pisoteando su dignidad y tengamos conciencia de lo que está pasando.
PACO
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